Año IV / Correo literario

¡Cuánta alegría volver a escribir estas líneas! Casi tres meses de silencio me tenían extrañando al cartero y a los enviados y las enviadas de otras empresas, que, a excepción del primero, cambiaron su rostro desde el año pasado. Como el suple también cambia, arrastrando el ánimo pandémico y su reloj y día de la marmota, llegando recién a fin de agosto a la segunda temporada de La Palabra Quebrada. Si fuéramos gente ordenada, en la portada diría año IV, considerando los dos últimos de Grado Cero. A cambio, dios nos dio arrebato.

En esas apariciones postales esporádicas abría —sobres como niño— libros importantes y señales de que no nos olvidaban, como La despedida, de la nueva editorial Laika, que parte con los testimonios sobre Georg Trakl y sus poemas versionados por Ignacio Reichhardt; desde Temuco el primer libro artesanal de Libros del perro escondido, Pieza país, de Felipe Caro, lleno de detalles que hablan del cuerpo hecho materia en la artesanía, que circulan en noventa y nueve ejemplares más denunciando en poesía la segregación; como lo hace en prosa también la traducción de Narración de la vida de Frederick Douglass, un esclavo americano (Escrita por él mismo), otra traducción del cuentista Nicolás Medina para La Pollera; Los rumores de Babel de Yvon Le Men, traducido por Pablo Fante para Libros del Pez Espiral; Poemas nubes de Karin Boye, versionado por Pérez Santiago; El hombre ordinario del cine, de Jean Louis Schéfer, traducido por la también editora de Catálogo, Cecilia Bettoni (y diseñado por Catalina Porzio); o los que estiran el borde de la literatura «infantil y juvenil» de Cocorocoq y que mi hija goza en los viajes que la alejan parcialmente de mí. Un libro puede acompañar un camino, y a veces está la dimensión humana, caminar a encontrar un nuevo libro de Banda Propia o de Mundana.

Y claro que cambiamos, ahora estamos chiquitos. Tras tres años con dieciséis páginas ahora tenemos diez. Tendremos que aprender a decir más en menos espacio. Equilibrar la literatura y la vida, con la mayor humildad para llegar al aserto. Miro la lista anterior y esa es la única explicación para no hacer algo sobre la traducción o la literatura infantil. Porque lo hicimos, y nuestro archivo (para ser honestos, lo que considerábamos que valía la pena) está abierto en la web para ser visitado. Y la enumeración, pocas veces usada en esta sección, no es inocua; agradecemos los envíos porque disfrutamos la diversidad editorial. Es una pena tener que recortar ángulos o privarnos, porque hay gente que se quiere en algunos de esos libros también.

No aceptaré la tentación de especular por qué se recortaron los fondos de medios de comunicación en la convocatoria del año pasado y continúa en esta, este perro no morderá la mano que le da de comer, porque no es necesario, y no estamos seguros del camino de nuestra especulación como sí lo hemos estado otras veces. Solo ahí mordemos. Porque esta vez la alegría es más grande que la bronca o la indignación.

Y no le podemos echar la culpa al Estado de todo. Depender de medios de derecha para circular nos hace más cortos no solo en páginas, también en alcance. ¡Eso sí que me da pena! Por eso mismo elegimos partir con un entrevistado que no podrá ir al quiosco por la ilustración que le hará Harol Bustos. Por suerte está la web. Por suerte estamos vivos y leyendo y escribiendo. Por suerte aparecerán más sobres, libros que irán a otras manos (o se quedarán en las mías) para convertirse en más palabras.