Autoría y coautoría social, poética del poder en Un oasis en el desierto

Distintos productos editoriales han querido estampar el 18 de octubre. La mayor parte de los libros que salieron antes del estallido, y los que todavía lo harán, tienen una corta vida. Si elijo este, es porque creo que es justo con el tiempo. Tiempo donde la autoría individual carece de sentido frente a la realidad.

Una caja, no un libro. Un año, no unos meses: un ciclo completo. No un libro industrial, sino elementos artesanales. Una caja que permite unir elementos que provocaron el estallido. Unirlos y darles vidas separadas, en cuadernillo y objetos dentro de la caja.

La caja, con esos colores vivos en su exterior. Pintada de spray como si fuera una pared tras el estallido. Dentro, primero, en la puerta interna de la caja, un sobre con un breve texto desplegable que reproduce palabras de Sebastián Piñera en otro día glorioso de su vida, parte del discurso con la certeza de su reelección.

Después, se elige cómo conducir la experiencia, porque la primera reacción es revolver, mirar e intrusear la caja.

«Las paredes son la imprenta de los pobres». Registro fotográfico hecho por Dudo Ediciones a las murallas de distintas ciudades tras el estallido: Santiago, Valparaíso, Talca y Concepción. Son rayados que se montan sobre otros, que hablan de distintas cosas (deportes, trabajo, etc.), que muestran la vida diversa que se apropió del espacio público, la necesidad de expresarse escondida en nuestra población.

Este cuadernillo es un testimonio relevante, porque tarde o temprano las murallas serán borradas y contiene las maneras de escribir, los distintos tipos de letras y manos que se expresaron. En un tamaño de bolsillo que engaña, porque son seis cuadernillos de veinticuatro páginas cada uno, encuadernados a todo color, lo que extiende el centro de la publicación a lugares disimiles. Cada cuadernillo tiene su propio centro. Alguien más informado podría tomar este material y hacer un sólido ensayo visual. Una subtrama en estos cuadernillos es la deriva de los rostros del presidente, liberan todos los tics, de lo que esconden, como si fuera el diablo el que arranca de un cuerpo humano.  

A Dudo Ediciones también pertenece el crédito del texto de «Inicio del fin…», un cuadernillo delgado, corcheteado, con una cronología de acontecimientos que va desde el 4 al 30 de octubre del año pasado. Aparecen nuevamente las palabras de la autoridad, pero también otras críticas y dignas, como las del presidente del sindicato de los trabajadores del Metro, que reconoce la justa razón de la protesta por los 30 pesos.

Esta publicación termina con un corchete que lleva encerrados los puntos suspensivos, admite su selección fragmentaria, admite que esto continúa y no se cierra con un plebiscito. A esta altura, me preguntaba quién es Dudo Ediciones, que fotografía distintas ciudades y que recorta palabras y que resignifica para la escritura la cronología, instrumento de mucha variedad y habitualmente fosilizado. Dudo Ediciones además fabrica, con un cuidado superlativo, cada detalle. El collage que significa unir la caja tiene una sentida práctica en esa manera de recortar eventos y palabras de otros, sean las del poder o de las manifestaciones anónimas. Conservar la memoria en distintos niveles, por antipáticos que sean algunos registros.

A diferencia de la misteriosa autoría editorial, las tres siguientes publicaciones sí tienen autor, Pablo Lacroix, quien ha publicado libros de poesía y prepara uno próximo sobre editoriales independientes, a salir por Gramaje Ediciones.

El primero es «En Chile se tortura», folletín atravesado en una esquina por un gancho, al abrirlo sentimos el dolor del papel que se abre. Esta vez no son textos, son números, los números de los castigados por violencia policial basado en las cifras del INDH. 1986 personas heridas por disparo es el número que cierra la publicación, con fecha de diciembre del 2019.

Sigue el cuadernillo «En medio de esta América Latina convulsa», que inicia con una desafortunada nota previa a la lectura, la que incluye palabras como dolor y tragedia. Las que pueden ser transmitidas sin ser dichas, que incluso marcan una derrota. Palabras que vistas con otros libros de poesía que incluso valoro, nos invitan a preguntarnos para qué decirlo todo, incluso dirigir la interpretación de las propias obras.

En adelante trabaja con las herramientas de la poesía documental creando un discurso nuevo derivando uno de las autoridades. Juega con formatos, creando una cruel sopa de letras. Este cuadernillo, muestra del avance progresivo en la enjundia de los materiales de la caja, después recorta en distintos tamaños impactantes y vergonzosas declaraciones.

Lo más interesante en el sentido literario viene después, en tanto propone reescrituras de textos de la poesía reciente chilena, de Carlos Soto Román, Carlos Cardani, Elvira Hernández y Jaime Pinos, a los que nombro en la forma de presentación del libro. Disuelve la figura del autor Lacroix, en concordancia con la pulsión de los materiales de realidad de la caja. Incluso, los impugna de algún modo, en vista de la reescritura de la época que está sucediendo desde el alzamiento de los secundarios el año pasado. Reescribir la poesía con el tiempo quizá es más bello que recortar y transformar los discursos del poder, y a la vez le da el espesor de quien ensaya y arma una genealogía en forma poética. Abierto a esta posibilidad, Lacroix podría repetirla largamente.

La caja remata sus cuadernillos con «Un oasis en el desierto», que continúa profundizando en la densidad de los acontecimientos y en las formas objetuales. Esta vez el exterior es una bandera de Chile invertida, de negro, brillante en su estrella y bordes. Al interior, recuadros de bordes rojos tienen textos de búsqueda de personas desaparecidas de muchas edades distintas, las mismas que pusieron el cuerpo en la calle para obtener mucho más que el plebiscito. Con papel diamante, se genera un efecto que duplica cada llamado. En las páginas centrales, las palabras de Rozas. Esta vez hacen menos ruido que en otros cuadernillos, es un eco oscuro su voz, el que se expande sobre los cuerpos quizá aun perdidos, los que, borrados los datos personales, se convierten en mucha gente. El colofón de este cuadernillo menciona que los textos fueron tomados de una cuenta de Instagram que fue bajada, como denuncia uno de los textos. Rescata materiales efímeros de las redes sociales y el uso que tuvieron, uniendo de una forma inesperada lo real y lo virtual.

Romper el formato libro invita a romper la unidad. Hay dos chapitas en la caja. Una corresponde al perro Matapacos y otra, a la bandera de Chile negra. Mejor que vestir la chapita, sería enterrar la caja, completa, como señal de época. Hay dos postales impresas en risografía donde se ve Allende (en la que me tocó, porque podría ser otra) y un angelito que lleva la frase: Con todo sino pa qué. Adecuado lema a esta caja de sorpresas de Dudo Ediciones y Pablo Lacroix. Es arte generado en la zona cero de Santiago. También una bolita, que fue encontrada ahí mismo.

A esa altura de la expedición visual, el final de la caja me informaba de los créditos correspondientes y terminé guiándome por ellos en esta página. Solo 100 cajas listas a desarmarse o a conservarse. Es posible que a la fecha de la publicación de este articulo ya no queden más en circulación. Fotos en el Instagram de Dudo Ediciones me muestran nuevas cajas pintadas. Que siga su camino.

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