Azares del cuerpo

Azares del cuerpo

María Ospina Pizano

Edicola

188 páginas

En las últimas décadas, la articulación entre cuerpo y mujeres ha impactado profundamente en variados campos del pensamiento, las artes y la literatura, impacto que puede apreciarse en la constelación de conceptos que tal articulación ha ido aglomerando, atravesando o transgrediendo: soberanía, territorialización del capital, zonas de despojo, desposesión, los sentidos de la violencia y sus tipologías, migraciones, estructura patriarcal, lógica extractivista, desarticulación de los movimientos sociales, economías solidarias, maternidades alternativas, la apropiación del cuerpo femenino como hecho constitutivo del capitalismo, políticas de disidencia sexual, etc. Son todas ellas algunas de las nociones que han quedado aprehendidas al devenir histórico del cuerpo femenino y los diversos modos de usos y abusos que ha practicado o que ha padecido. La articulación entre cuerpo y mujeres elaborada por María Ospina Pizano en Azares del cuerpo es mucho más moderada y restringida que el alcance y profundidad de la constelación anterior. En los seis relatos que componen el primer libro de narrativa de la escritora colombiana, la experiencia del cuerpo tiene como protagonistas a un grupo de mujeres (algunas de ellas entrecruzadas en sus historias) que van desde una ex-guerrillera desmovilizada insertándose laboralmente en un supermercado de Bogotá hasta el cuerpo en transición de jóvenes estudiantes o el de una mujer arrasado por pulgas, y muestra un tipo de violencia que más que ser expresiva y/o instrumental se condice más bien con una violencia al nivel de los afectos, deseos, pulsiones y obsesiones, en una forma y tono narrativos que es por lo general homogéneo, a excepción del relato «Fauna de las eras».

El cuerpo es un espacio de inscripción, cuyas disputas en su superficie van dejando marcas imperecederas. Esta dinámica se expresa en los relatos del libro no solo en los cuerpos de sus protagonistas mediantes cicatrices, excesos o ronchas, sino que también se extienden hacia otras zonas metaforizadas corporalmente, como el texto o la lengua. En el plano textual, el primer relato del conjunto, «Policarpa», presenta heridas que, de manera simbólica, también pueden ser extensibles a las tachaduras que la editora va añadiendo al relato testimonial que la ex-guerrillera desmovilizada le confiere, puesto que, a juicio de la primera, el relato necesita de manipulaciones y estereotipos emocionales para proyectarse en el mercado. En los cuentos «Ocasión» y «Salvación de señoritas» las marcaciones pueden ser asimilables a las faltas ortográficas que los registros de escritura de algunas de sus protagonistas van produciendo en el cuerpo de la lengua. Ambas expresiones, las tachaduras y los desvíos, faltas o fallas, exponen las condiciones y operaciones de las políticas centralizadoras, sus fuerzas coercitivas, así como sus posibilidades de alterarlas o excederlas.

No obstante, el foco principal de los relatos contenidos en el libro de María Ospina Pizano reside en el cuerpo femenino. A partir de su puesta en escena en diferentes escenarios (el supermercado, el barrio, el hogar ominoso, la ciudad, espacios de tránsito…) e impulsados por distintas motivaciones, estas corporalidades femeninas atraviesan instituciones, tipos de relaciones, estados emocionales, manifestaciones de deseos que sostienen la narrativa por medio de la exploración del «círculo de dependencias que a todos nos atrapa y nos cautiva», frase apuntada en uno de los relatos de Azares del cuerpo que bien puede ser ampliable, como leitmotiv, a los demás cuentos que lo integran.

 

Publicado en la edición de diciembre de 2019

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