Fernando Rivera
Inubicalistas
50 páginas
FOTO: Un monje se mueve muy lento sin mirar nada más que su camino en un mall atestado de consumidores.
Hay poetas ocasionales y ocasiones para el poema, versos que prestan atención a la división poundiana de imagen, idea, sonido; y versos cuya concentración se dirige al mundo, a ver si en una de esas lo sorprenden y le sacan el secreto de porque. nos tiene así, atentos a que aparezca entre la contingencia algo que trascienda y en ese movimiento dote de sentido al tiempo, esa dimensión física que nos dirige hacia el no—lugar inevitable. Digamos, hay diferencias entre abordar el objeto poémico de manera superficial, hacerlo de forma instrumental o como forma de vivir.
Es entre los polos de movimiento y vitalidad que oscilan como péndulos los poemas del interesante Calendario, de Fernando Rivera.
MOVIMIENTO: Antes de la invención del metrónomo, sobre el pentagrama se utilizaban anotaciones que marcaban, de manera subjetiva, el ritmo y carácter de la música, el tempo se basaba en las pulsaciones (unas 80 por minuto) de los ejecutantes.
¿De qué depende el tempo de un poema en verso libre? Una pista política: Rivera se enfrenta en la juventud al totalitarismo de un estado terrorista. Sin posibilidad de esconderse para producir un quiebre vía arte y militancia de la lógica de esa maquinaria asesina, clandestinidad y resistencia son un estado mental.
Privados de cantar a los héroes, ya que el bando que pierde no tiene héroes sino sangre derramada, mártires, a los poetas de su generación parece quedarle dos opciones: la escritura del dolor, como la de Zurita, o la de posguerra, más intimista, menos telúrica, aunque igual de política.
Un yo lárico impone con sutileza un tipo de tempo (con minúscula y sin I) a través del cual se filtra el Tiempo (mayúsculo, masculino, centralista) en lugar de pensar en los latidos de la tierra (otra dimensión mayúscula) se enfoca en la sabia que late en las cosas de la naturaleza. Es decir, opta por la segunda opción y, contra el verticalismo de partidos políticos tradicionales de izquierda y derecha, pone en práctica un procedimiento horizontal de escritura. Observa con rigurosidad el comportamiento de animales, personas e insectos por igual, el lenguaje no le sirve al poeta para nominar cosas ni celebrarlas sino para, como dice Henri Meschonnic, ubicarse y ubicarnos entre ellas. Una vez ah., en ese lugar ontológico que es a la vez perspectiva .tica de trabajo, no hay pretensión de trascendencia, se confía en que eso, que de seguro espera suspendido como cernícalo sobre gallinero, está entre los versos; eso no se produce, eso aparece cuando se tiene la suficiente paciencia para esperar:
«La silla que está en mi dormitorio/ acumula ropa usada que no he lavado. / Es un alto enorme que crece a diario /cuando ya es noche y apago la luz para dormir / la silueta que irrumpe de esa silla / Zeus devorando a sus hijos.»
Porque perspectiva es el principio de delimitación del objeto de estudio y el objetivismo, claro está, no niega al sujeto, menos en este libro, pero lo retrasa, evita la neurosis de cierta poesía confesional contemporánea que produce un poco de alergia y nada de densidad, vuelta como está sobre quienes escriben. En ese sentido el lector puede entrar al poema y cada tanto, el movimiento del pájaro cuando toma agua, levantar la cabeza para masticar la imagen
PÉNDULO: El movimiento es el cambio de posición de un cuerpo a lo largo del tiempo respecto a un sistema de referencia. Así, el poema nos permite medir la relación del yo lírico respecto al mundo y el mundo con respecto al yo lírico; entender, en ese sistema de relaciones, qué lugar ocupamos en nuestro propio sistema de referencias. El caos se vuelve, en ese acto de comunión que es leer y escribir, sino claro, al menos soportable.
VITALIDAD: Somos mucho más sencillos y nuestras vidas, en términos materiales, son más difíciles que las de artistas bellepoquianos; tenemos en contra cientos de años de modelos políticos de exterminio que (no en balde te han hecho cobarde), en lugar de diluirse, se intensificaron en las últimas décadas, entonces, de las pocas cosas en las que podemos refugiarnos es en la familia (complete aquí la forma que usted le da a ese concepto, rellénelo con el nombre de sus amigos y amantes, de sus colegas, etc.).
Después está el paisaje interior (inscape) concepto originalmente pensado para los fenómenos de la percepción, que Denis Levertov aplica al plano intelectual y emocional, para hablar de paisaje interior de experiencias o constelaciones de experiencias.
Ubico en Rivera, en contraposición a las condiciones materiales óptimas, estados óptimos para el oficio poético. Igual que la clandestinidad y resistencia, el oficio también es un estado mental. Más allá de la parentalidad, lejanía del centro, más allá de desiertos monótonos, de fauna compitiendo por la comida, de fauna vuelta comida, o justamente por todo eso, es que la constelación de experiencias cotidianas dentro de Calendario, culminan en la necesidad del poema.
Otra cita física, esta vez Kant: si se hace abstracción de lo que sucede en un lapso de tiempo, queda el tiempo. Lo uso para decir que es necesario mencionar la .poca, los poemas del libro atienden a un efecto final característico de la poesía de los 80′ y 90′. Acá el efecto es de asombro y en los mejores casos, vacía la situación narrada en el poema dejándonos, como propone Kant, ante el tiempo. Así, el título no corresponde tanto a las fechas que titulan los poemas como a esa dimensión física.
En otras palabras, el libro es una especie de diario llevado a cabo con la rigurosidad que requiere la mejor y más precisa herramienta del lenguaje, el poema.
TAUTOLOGÍA CON LA FOTO INICIAL: La quietud del monje, igual que la del hombre lustrándose los zapatos en la foto de Daguerre, es la que posibilita la fijación del movimiento, el tiempo preciso para que suceda la perplejidad necesaria para la comprensión de cualquier fenómeno, Calendario merodea por esa intuición primitiva de que hay una forma más allá de la forma.
Publicado en el número de diciembre del 2018