Diario de mi residencia en Chile
Mary Graham
451 páginas
Disponible en Memoria Chilena
Por Priscilla Cajales
199 páginas
Hace un año llegó a mis manos momentáneamente el libro de una inglesa que había enviudado mientras cruzaba el Cabo de Hornos. Su esposo fue enterrado en Valparaíso y ella decidió quedarse por un tiempo viviendo en Chile. Mary Graham (1785-1842) es una escritora e intelectual que cultiva el género epistolar y los diarios de vida. Estos últimos narran sus viajes a diferentes lugares del mundo: India, Francia, España, entre otros. Escribe también bajo el pseudónimo de María Callcott o Lady Callcott otros seis títulos. Gracias a su llegada a Valparaíso es que tenemos tras la publicación de Diario de Mi residencia en Chile (1822) una de las crónicas más singulares del modo de ser del Chile de los inicios de la República y particularmente de la vida en el puerto.
Su modo de operar es singular para ser mujer y ser europea, elige quedarse a vivir en una de las últimas casas del Almendral, barrio que para la élite de su tiempo resulta tosco y sumamente peligroso. Desde ahí establece vínculos tanto con quienes ostentan el poder y el dinero, como con familias de campesinos, pero para esto último necesita ayuda. La recibe de parte de una empleada que al modo de un agente la acompaña para infiltrarse en las cocinas a comer charquicán y en las chacras de las casas donde apenas hay herramientas para las siembras de lejanos vecinos que reciben a la inglesa gracias a su acompañante.
El ojo de Graham es lo que llama más la atención, a través de él podemos saber tanto acerca de las plantas autóctonas de la zona, como de las precariedades de los materiales con los que se construían las casas que subían los cerros. Describe el modo del armado de una carreta, la manufactura de la ropa y los accesorios de lujo que circulaban por los comercios del puerto. Se ríe de las maneras de la clase alta, sus pretensiones, no puede creer que hasta ellos tengan esa costumbre (que desde el departamento en el que escribo y en el que estoy encerrada desde marzo, pienso que ya no va a volver) de tomar el mate, y que al hacerlo todo el mundo chupe la misma bombilla una y otra vez. Se pierde en La Rinconada para encontrar las manufacturas de greda, y se sienta a aprender el oficio de dar forma al barro y dejarlo pulido y brillante. El diario de vida posibilita la apertura al mundo de la escritora, su relación con O’Higgins y su opinión sobre San Martín y Lord Cochrane, quien llegó a ser su amigo