Dislocar(nos) (con) la lengua

Una enumeración de los rayados callejeros del estallido. La búsqueda de un familiar desaparecido. Dos libros anclados en la realidad son revisados en el siguiente ensayo crítico.

En 1970 Ricardo Piglia entrevistó a Rodolfo Walsh a propósito de la publicación de su cuento «Un oscuro día de justicia». En la conversación, que se centró en el tenso vínculo entre literatura y política, el autor de Operación masacre, hacía proyecciones sobre los impactos que tendría en la literatura el advenimiento de la revolución socialista que, por ese entonces, aparecía como una posibilidad efectiva. «Creo —apuntaba en esta dirección— que gente más joven que se forma en sociedades distintas, en sociedades no capitalistas o en sociedades que están en proceso de revolución, gente más joven va a aceptar con más facilidad la idea de que el testimonio y la denuncia son categorías artísticas por lo menos equivalentes y merecedoras de los mismos trabajos y esfuerzos que se le dedican a la ficción». 

Cuando pronunciaba estas palabras, las luchas populares iban en un acelerado ascenso. Cincuenta años después, no solo sabemos que la revolución no triunfó, sino que hemos sufrido las consecuencias de su derrota. El propio Walsh caería acribillado en marzo de 1977 y se convertiría en uno de los más de treinta mil desaparecidos por la última dictadura argentina. Sin embargo, una parte de sus proyecciones se han cumplido. La «literatura de no ficción», por así llamarla, atraviesa un momento de particular fecundidad entre nosotros, aunque no por causa del socialismo, sino más bien por todo lo contrario. El recrudecimiento de la violencia neoliberal ha trastocado la escritura, o al menos las escrituras de quienes se han dejado atravesar por las fuerzas de muerte que devastan territorios completos y, también, por las fuerzas heterogéneas y discontinuas que resisten y pugnan por preservar la vida. En ese campo se ubican dos trabajos recientemente publicados en Chile: Antígona González de Sara Uribe (Libros del Cardo, 2020) y El lenguaje es un arma de largo alcance de Flavio Dalmazzo (Libros del Pez Espiral, 2020). 

Antígona González

Sara Uribe

Ediciones Libros del Cardo

112 páginas

El libro de Uribe tuvo su origen en un encargo: escribir un texto dramático vinculando el mito clásico con las desapariciones que estaban ocurriendo en Tamaulipas, al norte de México. A partir de esa invitación, Uribe articula un relato vertebrado de manera fragmentaria por la figura de Antígona Gonzalez, una mujer que busca el cadáver de su hermano desaparecido en el contexto de la «guerra contra el narcotráfico» decretada por el ex presidente Felipe Calderón. En su experimento, yuxtapone piezas textuales que provienen de distintas fuentes: de la Antígona de Sófocles, de las reescrituras de Butler, Zambrano, Gambaro, entre otras, de cuentas de Twitter de organizaciones de derechos humanos, de entrevistas con familiares de desaparecidos, de recortes de prensa, de blogs. Selección, montaje, yuxtaposición. Su propósito: hacer con palabras un lugar para los cuerpos de los desaparecidos; dislocar el lenguaje para nombrar lo innombrado, para decir lo que se oblitera, lo que se escamotea. Combatir con la lengua el horror que produce mudez y parálisis. Porque las acciones crueldad, como las mutilaciones de los cuerpos, las decapitaciones, los ahorcamientos en espacios públicos, los descuartizamientos, entre otras prácticas frecuentes en territorios gobernados por la alianza narco-política, son, como bien señala Cristina Rivera Garza, realizadas «para que no se pueda hablar de ellas».

Ahora bien, el desafío de escribir contra los efectos del terror implica muchas decisiones éticas y estéticas. Qué contar, cómo contarlo, qué forma darle al relato para que no se convierta en un discurso funcional al poder, para que no caiga en el sensacionalismo o contribuya al acostumbramiento a la barbarie que produce la exposición sostenida al espectáculo del horror. Cómo narrar de forma tal que se produzca un efecto que, en alguna media, desarme las estrategias de la guerra y permita articular la experiencia traumática, nombrar, decir, atar cabos sueltos y rebelar al lector contra la realidad. No es tarea fácil, pues no tiene que ver solo, ni principalmente, con el relato de los hechos, sino con encontrar una forma que subvierta la desensibilización y desentumezca la percepción. Uribe encuentra un procedimiento en el reciclaje, en la selección y el montaje de textos escritos por otros. Atravesar su escritura es una experiencia que golpea sin aturdir, que nos vuelve más porosos, más abiertos, más sensibles.

El lenguaje es un arma de largo alcance

Libros del Pez Espiral

Compilación de Flavio Dalmazzo

118 páginas

Flavio Dalmazzo, por su parte, con el trabajo que realizó en la selección y montaje de los rayados callejeros pintados en los días del estallido social, se inscribe en esta familia literaria contemporánea que se ha dejado remover por la historia, por los procesos sociales y que se ha abierto a traspasar los límites de la autoría, la originalidad y las formas trasnochadas del mesianismo de «dar voz a los sin voz» o representar a distintas clases de sujetos subalternos. Dalmazzo lleva a un extremo mayor el borramiento de su lugar como autor, su nombre no aparece en la portada, sino sólo en las páginas iniciales donde se lo consigna como «recolector de textos», rol que efectivamente cumplió recorriendo calles entre Santiago y Valparaíso en un lapso de tiempo que va del 18 de octubre de 2019 al 18 de febrero de 2020. Cien páginas completas con frases que rayadores anónimos fueron dejando en las paredes se nos ofrecen a la vista sin criterios de ordenamiento que puedan apreciarse hasta el punto de que marean, como mareaba la revuelta a quienes la vivimos con euforia y estupefacción. 

Cómo leer este gesto de Dalmazzo. No faltará quién se pregunte qué mérito tiene juntar rayados y meterlos en un libro sin escribir siquiera un prólogo, o cuál es el sentido de traspasar de los muros al papel el contenido textual de esas intervenciones callejeras. El autor/recolector da luces de sus móviles en una pequeña nota al final del libro: «Contra el gris, contra el plomo, contra el blanqueamiento. Contra el olvido. Un hervidero de escrituras, un sinfín de voces aullando: atisbo momentáneo, retazo de ese inmenso poema colectivo que escribimos y seguimos escribiendo». Sin embargo, podemos valorar el trabajo de Dalmazzo y su esfuerzo por «no decir nada» o decir muy poco, en otro sentido, que tiene que ver con la escucha. Para un libro así no hace falta mayor preámbulo, ni una presentación sociológica que explique el malestar social en el Chile neoliberal. Lo que alojaron esas paredes, las mismas que el Estado borra en la dimensión «simbólica» de la guerra que le ha declarado al pueblo y que sigue cobrando vidas a manos de la represión policial, es ese conjunto abigarrado de deseos, de rabias, de anhelos que todavía es el sustrato anímico del pueblo que se rebeló. Los rayados recolectados por Dalmazzo son parte de la inteligencia colectiva que se expresó en la revuelta de octubre, son testimonios de un país en el que conviven el recuerdo de Salvador Allende con la liberación animal, las banderas mapuche y las de los principales equipos de fútbol, de un país en el podemos gritar al mismo tiempo y sin mayores contradicciones «machete al machote», – POLICÍA + POLIAMOR y ASAMBLEA CONSTITUYENTE O NADA. Es un libro para escuchar. 

Uribe de una forma más sólida y compleja, Dalmazzo en una propuesta menos madurada pero valiente, muestran cómo se dejaron atravesar por las fuerzas de la historia, cómo permitieron que sus propios lenguajes se dislocaran, buscando hacer justicia con la forma a la materia tan humana y delicada con la que trataban. Su esfuerzo por dislocar el lenguaje, por trabajar la selección y el montaje para provocar un efecto contra el poder, avanza por el camino que imaginaba Walsh hace cincuenta años. Lo que esas escrituras provoquen recién lo estamos viendo, pero compartimos la confianza con la que Walsh cerraba su entrevista: «con cada máquina de escribir y un papel puedes mover a la gente en grado incalculable. No tengo la menor duda». 

Fragmentos

De El lenguaje es un arma de largo alcance (páginas 75-76)

La escuela es la primera jaula. – Falopa + Libros. Piñera reo. Cría con amor, no con disciplina. Cúbrete y descúbrete. Representación = Represión. Chincol. Tornasol. Morte ai torturatori. Libertad a los animales. Ningún animal será olvidadx. Muerte voluntaria. Eudaimonía. Tienen el poder y lo van a perder. Pacto con las ánimas. Piensa. Amor al pueblo. ¿Te has percatado de la mano que te está matando? Zorras locas. En adelante la gente quiere vivir, no sólo sobrevivir. Ecoanarcx. El mono y la mona. Todo es mental. Hasta recuperar todo. SIEMPRE ES 18 DE OCTUBRE EN MI CORAZÓN. La herida es lo que nos une. Comunismo o barbarie. ¿Dignidad dónde está? No hay pintura que borre la injusticia. Arte como krimen, krimen como arte. ACCIÓN. Esto también será por ti, Gustavo Gatica. Kema todo. Basta de represión con los manifestantes de Ventana y Quintero. No + zonas de sacrificio. El Salto antifa. TODXS MIENTEN. SHAMAN A LA CALLE LIBRE Y BORRACHO. Fin a la JEC! Abajo la gordofobia. De las cenizas renacerás, Santa Roser, Catarsis. WENA LO PORTUARIO. Violentos es que dejaron para mañana lo que podían solucionar hoy. –Muertes políticas + Políticas muertos. Contra el arte burgués. Sólo con protestas en las poblaciones se conquistan tiempos mejores. Abajo el montaje 21 de mayo. Libres lxs queremos. Si no estás presx tampoco libre. Mamá apaga el matinal. Libérer les prisonniers pour lutter. Cría ricos y comerás sus crisis. Abajo el sistema neoliberal. ACAB. Yuta asesina no más represión en los estadios. Al hueso pirata 1988. No a la ley 102. Nuestros muertos no se transan. Sujeto a control. No a la IRSA. ¡No se sorprendan si reaccionamos mal! ABORTA TU MARIDO. Floreceremos y venceremos. ¿Quién dio la orden? Cubillos a la picadora. ECOFEMENISMO. Faltan las muertas. Como Roma arderá todo arderá. Toke de keta. Jubilación digna. Agua mental. Estos son los verdaderos evasores.DFin a la dictadura de Piñera. Fuimos seleccionados los soldados del ghetto y estamos dispuestos a cumplir la misión del pueblo y no nos detendremos no por ningún motivo. La derecha te caga. Nutrir nuestra llama transformadora. Ni tanto miedo. NO, NO, NO, NO, NO, NO. Mujer que se organiza ya no plancha más. Educación libertaria. APRUEBO. Maraca pero nunca paca. Zafa de la policía. Por las que no volvieron venganza. Evade tu deuda. AHORA O NUNCA. No los olvidemos.

De Antígona González

Uno, las fechas, como los nombres, son lo más

importante. El nombre por encima del calibre de

las balas.

Dos, sentarse frente a un monitor. Buscar la nota

roja de todos los periódicos en línea. Mantener la

memoria de quienes han muerto.

Tres, contar inocentes y culpables, sicarios, niños,

militares, civiles, presidentes municipales, migrantes,

vendedores, secuestradores, policías.

Contarlos a todos.

Nombrarlos a todos para decir: este cuerpo podría

ser el mío.

Para no olvidar que todos los cuerpos sin nombre

son nuestros cuerpos perdidos.

Me llamo Antígona González y busco entre los

muertos el cadáver de mi hermano.

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