Sobre el autor
Claudio Gaete (1978) nació y vive en Valdivia. El cementerio de los disidentes fue originalmente publicado por Ediciones del Temple en 2005, el año siguiente obtuvo el Premio Municipal de Santiago. En Valparaíso compiló la obra de Ennio Moltedo y escribió este libro. Vivió en Europa, donde tradujo y autoeditó increíble y fundamental poesía francófona escrita en el tercer mundo, también Salomé (Colectivo Editorial Nihil Obstat) y su propio Mink`a (reeditado el año pasado en Editorial Fértil Provincia). Copiamos tres poemas del apartado «La novela de Saúl».
ERES EL VOTO EN CONTRA. El otro elocutor del tránsito.
Una noticia duradera y un detalle, similar a las conversaciones que
deprimen el ánimo: una frase sostenida en la punta de la lengua y
entretanto negada por los gestos del hablante.
Las pruebas venideras estarán de tu lado
cuando convertido ya en estatuilla de yeso
las manos temblorosas de los adoradores
te protejan de regresar la vida en busca de
una segunda oportunidad, menos verídica
cuanto más piadosa—.
Prendes fuego a tus artículos domésticos
en el basurero que se mece como incensario
y aunque no te alcance la voz para la prédica, las esclerótidas completamente enrojecidas acaso basten a tu sangrario —ese cuerpo lustral que adeuda impromptus a los príncipes inspirados:
el puerto, la polémica comercial y el incremento veloz de la miseria bajo la higiénica forma de indicadores y recetas de cocina. Cierto: los príncipes no sueles gozar de buen humor y allí estás tú para confirmarlo, Saúl:
capitán alcohólico, boxeador mendigo
si en tus manos estuviera, seguro le prendes fuego a todo —piedras
palabras ciudades invisibles.
Luego silbarías en dirección a ese mar que sordo nos huye
para que venga por ti en su carroza de cuentos infantiles:
una calabaza
—porque eso es todo lo que necesitas—
y un hada madrina
—porque eso es todo lo que puedes ver
cuando cierras los ojos y Valparaíso apaga la luz de tu cuarto.
NOTICIA OMITIDA POR LA PRENSA:
El viernes 20 de agosto de 2005 Saúl desapareció—
El mar está picado. La luna llena
que aún no deshiela el mediodía.
El humo de mi cigarro simula una verdad
que como el título de los libros
persigue el valor de un talismán.
Y los hombres.
El poder daimónico de un rostro, el brillo
nocturno de unos ojos que retienen
todo el paisaje de la devastación.
Gaviotas que croquean en el cielo
el período comprensible de una vida
que, sin embargo, no puede ser dicha.
Una tormenta se aproxima a las espaldas
de este día transparente. Los signos están ahí.
aunque no sepamos bien lo que nos une a la ciudad.
Mediodía en el mar. Sobre una esquina deshabitada
manchas de humedad comprueban que Saúl estuvo allí:
el tiempo
también sangra.
EL PERRITO SARNOSO que mi amor y yo bautizamos el Gólem
—el pelado y gris violeta, el piel de elefante, el grandes orejas carcomidas, el estrías de sangre de tanto rascarse.
Un artista conceptual
colocó su foto en un afiche y ganó un concurso.
Aunque lo deteste, es probable que yo esté haciendo lo mismo.
Siguiendo el camino de Saúl, hace unas semanas desapareció aquel
pequeño y tierno monstruo. Así es esta ciudad:
Se va extinguiendo de a poco, mutilando
como el cuerpo de un leproso
Cada quiltro del puerto es un gólem
Saúl es un gólem / yo soy un gólem
:la concentración urbana y la sarna, el poder y la sarna, el absurdo y la sarna, el dinero y la sarna—
un ácaro invisible
interpreta el papel del Doctor Frankenstein.