Drago
Felipe Reyes
Nadar Ediciones
132 páginas
Hay autores que esperan agazapados en anaqueles para volver a decir lo suyo, estantes llenos de lo que llamamos literatura chilena. Uno de ellos es Gonzalo Drago (1906-1994). Felipe Reyes decidió sacudirle el polvo, gesto que obliga a mirar a este libro. Reyes ha publicado antes crónicas como Nascimento (Premio Escrituras de la memoria) y la intensa novela Corte, entre otros libros y labores editoriales.
Este autor sabe lo que hace en el género referencial, donde se convierte en un lector activo que entiende que pesquisar a un escritor no sólo se circunscribe a la obra.
Reyes indaga en cartas, fotos y entrevistas para reconstruir el devenir de Gonzalo Drago; nos sentimos espectadores de primera mano de escenas claves de su vida.
Drago no es sólo la vida de Gonzalo Drago, es también la vida chilena de una época que se retrata, que se termina al impedir a los derrotados reinsertarse del todo. En los noventa ya no hay cabida para los dinosaurios de la izquierda, menos en la literatura que eleva nuevas figuras narrativas (que en su mayoría han caído a un lugar sombrío en la devoradora máquina del mercadeo neoliberal). Drago es un espejo que refleja a los demás gracias a la capacidad de Reyes de establecer relaciones; así conocemos a Los inútiles (uno de los grupos literarios más icónicos creados fuera de Santiago), en especial su gran amigo Óscar Castro (su alma gemela encontrada en la biblioteca pública para enseñarle lecturas, en una tradición que tiende repetitivamente a ofrecer estos vínculos donde uno empuja al otro y resulta en una pérdida irreparable). También la relación epistolar con Manuel Rojas (que no es pura buena onda, porque quiere que Drago de más, en un tejido de literatura social chilena que alcanza hasta la entrevista que le realiza Ramón Díaz Eterovic, clave para este libro). Entramos en un sistema cultural castigado por más de un gobierno autoritario y en el cómo se hacían los libros, las revistas y las colaboraciones en prensa, porque no siempre a Drago le tocó a ser editado de forma tradicional:
«Así nace ACTITUD, la que alcanzó los diez números impresos en mimeógrafo en un taller casero que funcionaba en una pieza contigua al consultorio del dentista “inútil” Raúl González Labbé. Después del horario laboral, se reunían en el local a materializar la revista: Drago organizaba la disposición de los textos en cada una de las páginas que ilustraba Óscar Castro, quien además colocaba las matrices y hacía girar la manivela; González Labbé se ocupaba del papel y su exacta medida, y Félix Miranda tenía a su cargo las proporciones de tinta que necesitaba la máquina».
El libro lleva el subtítulo «oficio y escritura», ambos elementos se sedimentan para generar escritura comprometida a partir de lo observado mientras se ganan la vida. La experiencia se convierte en material literario que termina de conformarse a veces décadas después, como sucede en la premiada novela Purgatorio, que a principios de los cincuenta retoma la experiencia en el Servicio Militar obligatorio (para lxs pobres) y la crueldad con que se ejecutaba.
Justamente esos años son los mejores para Drago, que llega a una circulación masiva con la selección de sus cuentos Míster Jara, en Quimantú, el proyecto editorial estatal de la Unidad Popular; en paralelo a las colaboraciones periodísticas en provincias que le permitieron, según Reyes, «labrar una voz, hacerse un nombre y ser leído en el medio de comunicación más popular de la época». Como varios escritores, el golpe que significa el golpe militar rompe el paradigma de país en que se habían podido desarrollar fuera de las tendencias internacionalistas.
Drago, además, es un objeto bello en tanto sus notal al pie tienen otro color y las portadas de los libros, las cartas y las fotografías ocupan páginas que nos permiten comprender su trayectoria.
De alguna forma el gesto de Reyes se emparenta con el último de Drago, porque su último libro publicado es sobre la vida de un dirigente. Enhorabuena este libro que no tiene nada que decirle directamente a este tiempo, sino trasladarnos a otro.