Felipe Caro Pérez

Acaba de publicar Pieza país en tiraje artesanal producido por una nueva editorial de la frontera: Libros del perro escondido.

Nació en Temuco en 1985. Profesor de Lenguaje. Ha sido parte de microeditoriales de la zona como Venérea Violenta Ediciones y Poleo Ediciones. En esta última publica Hija (Poleo Ediciones, 2010); también editó Nadir (Editorial Bogavantes, 2017). Continúa su poesía con Pieza país donde conecta el encierro agobiante con la realidad interpretable de formas distintas: «dijeron sobre mi piel algo que no entendí», escribe.

¿Cómo fueron tus años de formación literaria?

Ha sido un tránsito entre lecturas y aventurarme a escribir buscando una voz. Es un camino constante y que implica en un momento tomarse en serio lo de escribir, y lo que ello implica.

¿Podrías describirnos brevemente la tradición poética de Temuco?

El territorio cuenta con una variedad de escrituras que han crecido o circulado por acá, desde voces importantes en la literatura nacional como aquellas que se sostienen en un panorama más íntimo. Se podría decir que hay una herencia que no pasa desapercibida y que hay que revitalizar desde las lecturas.

¿Cómo se adhiere a tu poética el territorio que habitas?

«Describe tu aldea y serás universal» decía Tolstoi. En ello hay una verdad innegable. Debemos hablar de lo que conocemos o deseamos conocer escondido en nuestra realidad. Nadie escribe lejos de su sombra.

¿Cómo influye la poesía mapuche y el conflicto del Estado allá en la creación literaria?

Los conflictos atraviesan las escrituras territoriales innegablemente. En este caso, con el pueblo mapuche, hay elementos del cotidiano que se van transformando en símbolos de nuestra realidad: los helicópteros, el verde (natural o de uniforme), la violencia, la ausencia, rescate o de la configuración de una memoria. Por eso son necesarias las voces que nos hablan desde el pueblo mapuche de una historia que oficialmente no se ha escrito, las que se desprenden del presente caricaturizado y sueñan con un futuro propio.

 

¿Con quién dialogas de literatura allá?

He tenido la suerte de conocer y compartir con varias voces de acá. En lo personal es innegable mi relación con Guido Eytel, quien ya partió, Ricardo Herrera, Pablo Ayenao, Claudia Jara, Jorge Volpi y, quien siempre habita como hogar en tránsito esta ciudad, Leonel Lienlaf. Esa podría llamar mi esquina literaria en el pasaje Temuco.

¿Cuáles son las opciones para un escritor de allá con una obra para publicar?

Ha habido producción artesanal autogestionada que, como en todos lados, refresca las publicaciones. También hay lo que consideraríamos industrial por la confección como Cagtén o Del Aire. Se podría mencionar a la UFRO, pero no se hace cargo de su responsabilidad editorial. Las opciones se determinan por el dinero y el riesgo de quien edita siempre, independiente de la editorial. Desearíamos más opciones, pero hay un viejo dicho punk: «hazlo tú mismo». Aunque el mayor problema será la visibilización y distribución del libro a mi parecer.

¿Tienen planes de editar otros autores de allá en esta nueva editorial?

Libros del perro escondido nace de Javier Alejandro Neira, ilustrador y que trabaja en Ediciones Cagtén. En esta afinidad generamos un proyecto mayor. Una propuesta de libros artesanales con una confección llena de detalles y de un tiraje de cien copias numeradas. Bajo este encanto hay un próximo autor, Leonel Lienlaf. Se tienen vistas otras voces, pero hay que pololearlas primero jajaja.

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