¡A la producción!
Varios autores
Catálogo
137 páginas
«Además, tanto la poesía como la prosa de los antiguos estaban alejadas del habla práctica, de la jerga callejera, del lenguaje preciso de la ciencia.
Nosotros barrimos el viejo polvo léxico, dejando para su empleo solamente los restos de hierro rescatados de entre los cachivaches».
De la basura de las fábricas de los soviets es que salen los insumos para el trabajo poético y no del encargo burgués, nos dicen Vladimir Maiakovski y Ósip Brik en uno de los textos publicados por la revista LEF, Frente de Izquierda de las Artes, nacida en 1923 en la Unión Soviética, luego del inicio de la Gran Revolución. Este era el .último eslabón que debía unirse al levantamiento de la clase obrera y a la determinación del Estado. El artista recibió. el llamado a hacer vanguardia cuando esa palabra no existía, a tomar su materia y disponerla en razón del trabajador. El LEF, a la cabeza Maiakovski, crea una revista en donde encuentra un espacio para la masificación de una nueva perspectiva de hacer. Ahora el gran mecenas es el pueblo.
Carlos Henrickson reúne y traduce en Frente de Izquierda de las Artes LEF ¡A la producción! un grupo de textos publicados entre 1923 y 1928 que nos entregan una panorámica de lo que la avanzada de artistas, críticos y diseñadores, en discusión con las corrientes conservadoras, van a entender en relación al lugar del arte en la sociedad. El libro contiene dieciséis ensayos de muy difícil acceso antes de esta publicación, ya no solo por la distancia continental o temporal con esta vanguardia, sino por la barrera idiomática
que al mundo«… hispanoparlante [dejó como] el más atrasado siempre en la apreciación histórica y desapasionada de la dura dialéctica entre la vida cultural y desarrollo sociopolítico que implicó la historia soviética», en palabras del traductor.
Imprescindible la lectura del texto de Brik sobre Ródchenko, ¡A la producción!, quien en su trabajo como pintor, fotógrafo y diseñador, se contrapone a los enemigos del LEF: los artistas que se apropian meramente de la jerga constructivista y dejan de hablar de creación para hablar de construcción, pero que siguen en la senda de la estética. Quienes a pesar de sus intentos por apropiarse del material, no hacen más que volver a las artes aplicadas. O quienes en el terreno místico, que solo puede ser deleite de los que tienen tiempo para otra cosa que no sea la producción, no bajan del olimpo a ensuciarse las manos en las fábricas. Así, el tono sarcástico que acompaña a Brik, se aúna al imperativo que da título a su ensayo.
Cuatro textos de Serguey Tretyakov y Alexandr Ródchenko están dedicados al tema de la fotografía en la Rusia soviética: Imagocreación y Fotonotas, del primero; Caminos de la fotografía actual y Contra el retrato sintético, a favor de la instantánea, de Ródchenko, quien en este último, toma la figura de Lenin como ejemplo de la imposibilidad de sintetizar el carácter completo del objeto/sujeto , y llama al fotógrafo a fotografiar y a fotografiarse fuera cualquier pretensión sintética y más en relación a la verdad.
Serguey Tretyakov trata también, junto a Boris Kushner, la nueva herramienta que el cine representa para la Revolución, ya no, dicen, ese espacio apolítico dispuesto para el goce, y como consecuencia, la domesticación de las masas, sino«como el cañón de un fusil […] para que lleguemos a disparar estas palabras y acciones en una dirección eficaz para la clase». La gráfica soviética no se borra de nuestras retinas, sus líneas claras y la disposición tipográfica marcaron una .poca y un modo de hacer propaganda. Ródchenko y Brik entienden profundamente la importancia de la impronta del diseño, lo ven como la matriz del modo de trabajar el material y en El dibujo técnico y Del cuadro al estampado, crean un manifiesto para los diseñadores rusos que pondrán su trabajo a funcionar en la máquina revolucionaria.
El último momento del libro está dedicado a la literatura, cómo no, Tretyakov, Maiakovski y Brik desmantelan el campo literario, las líneas que debe seguir el escritor revolucionario, así como los peligros de la búsqueda del camino del artista. Un escritor debe tener un oficio, sólo así tendrá algo que decir.
La suma de estos ensayos logra sin duda abarcar los aspectos más relevantes del pensamiento de sus autores, aunque el tiempo y el contexto pueden alejar al lector, las notas del traductor son líneas guías para seguir ahondando en el mundo soviético, desde esta parte de la rueda. El tono imperativo de todo el texto rebota en el título escogido, ¡A la producción!, porque la revolución ya había comenzado.
Publicado en el número de diciembre del 2018