Volver a empezar. Como se ve en la portada, un nombre cae, otro asciende, en el que sería el primer número del año 2020. Pero no: esta es la última edición de este equipo de Grado Cero y el debut de La Palabra Quebrada.
Sobre Grado Cero, la verdad, como nombre, nunca nos interpretó. Quienes quedamos de aquel número de marzo del 2011, la mayor parte del equipo e inicial de la marca, no lo colocamos. Lo respetamos y lo hicimos propio, pero no es nuestra cumbia las ideas hegemónicas del primer mundo (no conocemos Europa). Tampoco lo fue durante los años 2014 y 2017, como una página entregada a diversos redactores y diseñadores.
Durante el año pasado nuestro propio carácter se impuso alejándonos cada vez más de la trayectoria que varios de nosotros mismos fundamos. Pese a ser casi los mismos, hemos cambiado. Somos como esos perros viejos feroces y tranquilos que mordemos de vez en cuando para recordar que somos perros, no podemos evitarlo. Más, encontramos a otres, nuestrxs colaboradorxs habituales, que se han ganado su lugar afilando el lápiz, apañando la idea desde el día cero, mojando la camiseta sin ponerle precio. Son nuevas profundidades las que alcanzamos, son nuevas verdades a las que nos acercamos, son nuevas formas las que buscamos. No nos gusta mentir ni tampoco la amistad mal entendida: queremos honestidad intelectual. Esa que se le da y se debe a los colegas.
No nos duele abandonar una marca ¿qué es un nombre?, ¿qué es una marca en estos tiempos donde las máscaras de una sociedad caen? Para estos efectos, Grado Cero o La Palabra Quebrada da lo mismo, el nombre es la máscara de personas que se ven de vez en cuando y que creen en los demás reunidos en el colofón. No registramos nada ni vamos a huir, a nosotros nos interesa otra cosa, sobrevivir con estas páginas. Esta es la tierra que trabajamos para la literatura independiente chilena.
Nuestro nuevo nombre es honesto por quienes somos hoy. La Palabra Quebrada es el título de uno de los libros de ensayo más importantes de nuestra historia literaria, escrito por Martín Cerda y editado en Valparaíso en 1982, en años oscuros. Aquí, donde hacemos este suplemento, donde se idea, se vive. ¿Estamos en años luminosos?
¿Has quebrado una palabra? Cambiamos de nombre por ello también, no extrañamos a nadie que haya estado acá. Por otro lado, Valparaíso está lleno de quebradas. Nosotros las recorremos para encontrarnos y seguir dialogando. A veces el sueño es el tránsito de la quebrada para que al despertar salgamos a encontrar la solución a los textos que leerás.
1500 ejemplares tuvo La Palabra Quebrada. Muchas más tiene este suplemento. Si 1500 han logrado vivir (de hecho, cada tanto, salen nuevitos de las bodegas de las Ediciones Universitarias de Valparaíso), intentaremos otras vez y como siempre hacer lo mejor.
Este número es bicéfalo. El 2019 no ha terminado, no tiene para cuándo, y a nuestros cuestionamientos anteriores a la industria esta vez agregamos un reportaje sobre la autoedición, tanto solución como problema. Tan a la vista como escondida cuando autores editan en las mismas editoriales donde trabajan.
Es nuestro lugar, esta es nuestra labor, integrar la realidad y a la vez seguir pensando esta pequeña industria de forma crítica. Es nuestra responsabilidad, apoyados por el Estado y en un contexto donde se ha vuelto un hábito ver despedidos colegas que respetábamos y leíamos a la distancia, al que sumamos no poder leer medios por los registros o pagos que se solicitan. Por suerte, estamos fuera del capital, si llega ese día sí que no tendremos más palabras. Estamos más solos que nunca, pero estamos con ustedes.