Macarena García Moggia
Cuneta
101 páginas
Una pareja dentro de un departamento en el centro de Santiago es la protagonista de Maratón, segunda publicación de Macarena García Moggia; su libro anterior es el poemario Aldabas (Edícola, 2016). Los primeros encuentros sexuales, las confesiones a cerca de su pasado reciente, los tira y afloja de quienes que tienen una historia en común y que encuentran en una tarde perdida de domingo un paréntesis donde relacionarse de un modo distinto, son la tónica de esta novela corta.
La ciudad que nos muestra el relato es una con vista hacia el norte. Silenciosa a ratos, como en la época de verano en la que Santiago se desocupa del constante ajetreo. Una ciudad que se levanta a partir de un imaginario común, pantallas encendidas, el ruido de una ballena que contiene a sus habitantes. Destaca la descripción en el relato, García Moggia no fuerza los adjetivos, es siempre precisa, inclusive cuando construye las divagaciones de sus protagonistas, rasgo que se explica por su oficio poético.
Laura y Diego son personajes saliendo de la juventud, el cuerpo los acusa. Ambos se encuentran en ese momento de la vida en que te preguntas cuándo llegará el futuro que pensaste que sería tuyo. Laura quiere viajar, pero está atrapada por la cotidianeidad o el miedo. Diego ha fracasado en una relación y está en esa crisis, estático. En una ciudad en la que todos creen que van a alguna parte, desde la ambulancia que anuncia la urgencia, hasta los corredores que se autoimponen un recorrido a seguir; estos dos comparten un fin de semana que deja en evidencia el que no van a ninguna parte: «Irse y tener que volver, Laura. Irse irse es otra cosa. ¿Hasta cuándo va a durar esto? ¿Qué? ¡Esto! ¿Hasta los cuarenta? De jubilación a jubilación. ¿Qué jubilación? Hasta que aparezca algún día la palabra futuro. El futuro de los que corren».
La voz de los personajes no siempre se puede reconocer, y la perspectiva del narrador varía en algunos capítulos, lo que le da al texto una plasticidad que lo enriquece. A través de las confesiones de los protagonistas vemos el pasado, los asuntos sin resolver, también el temple de la relación que van construyendo. Sin tensión, salvo en vagos momentos, la narración mantiene un ánimo similar de principio a fin.
Los capítulos de la novela están marcados desde el kilómetro 1 al 42, así resuelve la escritora una estructura similar a la corrida y el desafío de la escritura de una novela. Sin embargo, lo que se erige como una estrategia, también podría resultar una trampa, al no presentarse un desarrollo sustantivo de la psiquis de los personajes, sus historias o motivaciones.
El relato de Maratón está cruzado por una corrida que se ve desde la ventana del tercer piso del departamento en donde se encuentran y el texto incorpora fragmentos relacionados con la preparación física, sicológica y los resultados de la carrera. Sería de esperar que este juego de narraciones paralelas construyeran una estructura con cuerpo único, sin embargo, estas siempre van en paralelo, como dos calles que jamás se encuentran. Los personajes atacan el silencio con sus fracasos, imposibilidades y privilegios; estar largas horas sentada frente a un ventanal viendo pasar la tarde, como lo confiesa la protagonista. Sin embargo, la corrida queda constantemente lejos del pulso de los acontecimientos. El relato se somete a una estructura dual, quiere posicionarse en esa exigencia, como si la autora sometiera su texto a correr completos esos 42 kilómetros de un maratón, pero no logra completar el ejercicio.
Publicado en el número de junio del 2018