Entre Lirquén y Punta de Parra, un túnel es el fósil de la utopía férrea chilena, que llevó consigo al escritor.
Personajes: Todos.
Lugar de la acción: Túnel ferroviario entre Lirquén y Punta de Parra.
Caminamos de Lirquén hacia el norte siguiendo la línea del tren. Nos sorprende su término, pero avanzamos. Los durmientes enterrados salen de la tierra, en medio de ellos crece la vegetación, también donde pasaría la máquina con vista al mar. Las ramas y flores de las que nos agachamos acariciarían la cabellera de humo del tren, porque han adelgazado la huella que nos indica cómo avanzar. Somos algunos de varios pasajeros. En las partes donde se pierden los durmientes, los dédalos de oro que propuso plantar Benjamín Vicuña Mackenna al lado de la vía férrea, siguen en el camino. Entremedio, árboles caídos y fierros de la línea que a veces están incluso en el roquerío.
A nuestra izquierda, el mar, donde mucha gente extrae mariscos de las orillas y rocas con sus pantalones arremangados. A nuestra derecha, vegetación libre, rodeada del monocultivo de pinos. Sobre ellos, vuelan unas decenas de jotes. La fábrica de Lirquén disminuye lentamente a cada paso, a nuestra espalda. La línea del tren es ya es una utopía, vive en poemas de Pepe Cuevas, un justo continuador de Alfonso Alcalde. Los jotes disfrutan de una foca abierta, el olor de su estómago nubla.
En una curva por fin aparece el túnel: 1913 dice a la izquierda, 1914 a la derecha, sus años de construcción. Fuera de su cáscara, intervenida con los mensajes del paso, la única huella es un equivalente a un riel largo dentro. La luz va desapareciendo hasta quedar completamente oscuro, se oyen risas de jóvenes que prefiguran su aparición. Estamos en un instrumento de viento que hiela. Avanzamos hasta perdernos de nosotros mismos. De pronto, nos tenemos que correr a la orilla, una luz nos ciega, es un tren que volverá a pasar por el borde de la costa, en él viajan todos los personajes de Alfonso Alcalde, en el que viajará para siempre el pueblo de Chile. Sus chimeneas tienen páginas quemadas, muchísimas páginas quemadas.