Pasaporte Literario es una caja mensual que contiene un libro independiente (además de otros elementos de arte y artesanía) que llega a más de setecientos hogares a lo largo de Chile.
Hace un par de años, Alfonso Palacios —ingeniero comercial, chileno— y Rosario Andisco —periodista, argentina— paseaban por Europa buscando su destino, el que querían decidir para cuando volvieran al sur. Al salir de una librería apareció el momento epifánico: replicar la experiencia de la recomendación de una librera a través de una caja que llegue a la casa de sus suscritos.
Hoy, la librera es Rosario, quien elige los libros que acompañan piezas de arte y artesanía que cada mes le llegan a más de setecientas personas en todo Chile a un costo de casi veinte mil pesos más envío, dependiendo del lugar. La caja es Pasaporte Literario.
Para lo que compete a este suplemento, los libros que envía Pasaporte Literario desde su inicio son libros independientes. Y si pensamos en más de setecientos ejemplares de un libro, es una cifra que en muchos casos supera el tiraje habitual de un libro de literatura independiente. Los Perros Románticos, Aparte, Alquimia, Provincianos, Kindberg, Montacerdos, entre muchas otras, han sido las editoriales elegidas por Rosario.
La siguiente conversación la tuvimos en su departamento en Providencia, en un patio que le da aire a las habitaciones y espacios donde trabajan. Como tantas vidas domésticas, es también laboral.
«Yo soy periodista de profesión, trabajé en fundaciones, estudié guion y en Chile trabajé en publicidad. Pero sí quería algo que tuviera más sentido», inicia Rosario. Alfonso narra su vida antes de Pasaporte Literario: «Yo trabajaba en marketing. Estaba un poco cansado de los jefes, de los horarios. Ahora uno trabaja mucho más, pero para mí. Rosario es mil veces mucho más lectora, yo estoy a cargo de los aspectos comerciales».
El proyecto parecía una utopía en los primeros contactos con las editoriales, pero ha ido agarrando su propio vuelo. Sabemos, Roma no se construyó en un día. Rosario nos indica que «pasaron seis meses hasta que se entendiera la idea». Partieron con cuarentaisiete suscritos, de Santiago y otras ciudades grandes de región. Ella explica que «mucha gente no tiene tiempo para ir a librerías y los más lectores leyeron los clásicos».
Alfonso señala que costó al principio este contacto editorial, porque «éramos compradores, pero es un círculo pequeño, todos se conocen al final. Y tuvimos que empezar a tocar puertas. Costó que creyeren un poco en el proyecto, porque la editorial es un hijo de los editores, de los dueños, que están un poco en todo. Porque nosotros prometemos novedades antes de que salgan a la venta. Costó que nos pasaran manuscritos».
Pero hoy está sucediendo, porque Rosario y Alfonso decidieron elegir siempre la edición independiente. Él explica el origen, a nivel de ideas, de esta elección: «Queríamos descentralizar la industria editorial y también el arte y la industrial cultural, en Santiago, el acceso a librerías, y más encima en ciertas comunas. Fuera hay menos puntos de venta, democratizar el acceso al arte y a la literatura».
Y lo están logrando. Porque hoy, el Instagram de Pasaporte Literario puede lucir las redes que establecen sus mapas, lejos de ubicuidades preconcebidas tanto en Santiago como a lo largo de Chile, en comunas en las que a veces ni siquiera hay una librería. En la capital, cuentan con despacho gratuito; mil cuatrocientos es el costo de envío a la V Región; y a Puerto Montt dos mil quinientos pesos.
Alfonso afirma tener más compradores en Maipú que en Vitacura o en Lo Barnechea que en Las Condes. «Les duele mucho más que gastarse veinte lucas mensuales en esto, y lo disfrutan», concluye.
Otros lugares y otros libros. Un ejemplo es el de la novela Iluminación artificial, de Cristofer Vargas Cayul, editada por Provincianos, de Limache. Trescientos es la impresión normal de esta activa editorial, pero enviaron seiscientos ochenta del título mencionado, el debut del autor. «Abrimos esa vitrina. Rompimos un poco el paradigma, hay gente que siempre va a las ferias, pero hay otra gente que no conocía este mundo, el ecosistema del libro independiente chileno», dice Alfonso.
Más que haber abierto la vitrina, parecen haberla roto y hacer camino con las empresas de envíos. Esa vitrina que mantiene esos números limitados en la edición independiente. «Nosotros pensamos que el público iba a ser juvenil, veinte a treinta años, y el público es de treinta a cincuenta años, más adulto: profesores, médicos, abogados, gente de museos, un público bien cabezón», segmenta Alfonso.
El crecimiento de suscritos en Pasaporte Literario lo califica como «orgánico», y tuvo un gran salto cuando pasó de doscientos a cuatrocientos suscritos. Rosario explica las diferencias entre esos volúmenes: «Igual era más difícil antes que ahora, porque cuando teníamos doscientas personas era literal de nicho. Los conocíamos, con ellos tenemos una relación muy cercana, conocemos, por ejemplo, su gato de Instagram. Si les decimos tenemos poesía, sí van a leer; si les ponemos ensayo, sí van a leer».
Con la pandemia, el aumento siguió sostenido hasta que hace unos meses se estancó en las setecientas cajas, en este número no ha sufrido grandes sobresaltos. Parece que en aquel tiempo el libro volvió a tener un valor social que había extraviado.
Todo tiene un precio, eso sí. Alfonso señala que en la medida en que ha crecido la comunidad hay que «tener cuidado y ser lo más neutro, elegir libros que no le disgusten a cierta gente».
¿Cómo se elige un libro para Pasaporte Literario?
Rosario: Un poco tincada, gusto personal mío, cuando dudo le pido sí o sí que lo lea a Alfonso, porque pienso que me puse pedante. Es cada día más difícil.
Alfonso: Es que el público es muy heterogéneo, desde el abuelo que le regala al nieto, al nieto que le regala al abuelo.
R: Más allá de la edad, es también la temática. Hay libros que uno piensa que son una maravilla, que no pueden faltar, mi top five, y de repente hacemos una encuesta y ni los nombran. Es muy curioso, porque las muestras de Instagram no son nuestro público. Tenemos gente que nos compra y no nos sigue en las redes sociales. Tratamos siempre de alternar temáticas, que varíe.
A: Se balancean autores.
R: Hoy está un poco más tirado a la mujer, porque es lo que se está publicando más y son los libros que creemos que tienen que estar realmente, como Panza de burro [en Kindberg, reseñado en página 9], que me gustó mucho, es tan original, tan diferente, tan sensible, que tenía que estar. Todavía estamos esperando la reacción de la gente [esta entrevista fue realizado el 2 de noviembre y este libro iba en la caja enviada en los últimos días de octubre], por el lenguaje, la forma en que está redactado. En los próximos meses nos lanzaremos con cosas muy voladas.
A: Al principio pensamos que tenían que ser autores chilenos, y hemos ido flexibilizando eso, hemos tenido autores de Perú, Uruguay, Colombia, República Dominicana y España. Nos dimos cuenta de que la gente quiere leer buenos libros, les da lo mismo si el autor es chileno o no. Pero también que no sea muy corto ni tampoco pondríamos algo de cuatrocientas páginas.
R: Que les dé el tiempo a leer, la idea es que lean el libro al mes, ojalá más, pero por lo menos el de la caja.
A: Al principio queríamos alternar más géneros la verdad, pero nuestro público es más novela, nos hemos dado cuenta.
R: También hay un estereotipo de ciertas novelas, ciertas lecturas y también hemos incluido novelas entre crónicas medio híbridas, no la típica novela que hemos leído en el colegio que tiene principio y fin y capítulo uno y dos y así. Parece que no pasada nada, pero siempre pasa algo, que tenga un twist raro, que te animes a leer algo fuera de lo que elegirías, de editoriales independientes.
A: Varía de autor de primer libro a otro consolidado. Hay veces en que estamos convencidos, pero otras veces no llega nada que nos convenza y tenemos que dilatar la decisión y termina siendo un poco por descarte. Eso es un poco más complicado.
R: Yo no puedo dormir a veces. A veces uno no elige un libro porque no es para la caja, porque se repetía mucho de género, o pensamos que nos va a ir bien según lo que diga la comunidad.
A: Hemos herido sensibilidades, imagino que dicen «¿quién es este hueón para rechazarme el libro?».
Los libros, además, parecen ser elegidos teniendo en cuenta un cuidado diseño.
A: La idea es que sean libros objetos siempre de calidad. A veces hemos, no sé si descartado, pero a veces cuando nos muestran la portada nos damos cuenta de que no, o vemos los materiales con que trabajan. Cuando conocemos las editoriales, compramos un par de libros para ver la manufactura. Hay libros que son sencillos, que no tienen tantos recursos, pero sí es super importante el diseño. Nos encantan los libros de Pez Espiral, de Overol, La Pollera y Montacerdos, pero también hay editoriales que tiene diferentes diseños por colección y a veces nos han jugado una mala pasada cuando el libro llega de imprenta, abarataron costo o no sé, esperaba que fuera un libro más rico. Si bien la caja no es temática, sí cuidamos el Pantone de colores, nos preocupamos de que tenga un hilo conductor, que vayan conectando los elementos, nada forzado.
¿Cómo establecen puentes con las editoriales?
R: En un principio fuimos a todas las ferias, mandamos mails, conversamos con Editores de Chile y con la Cooperativa de la Furia nos pasaron una base de datos. Hoy en día nos contactan por Instagram.
A: Les escribimos prácticamente a todas, hay algunas que no nos han respondido hasta hoy.
R: Ahora hay más afinidades, nos mandan portadas, conversamos por WhatsApp, nos juntamos. Ahora tenemos más alternativas para elegir mejores libros. Son más atrevidos, más jugados, diferentes.
A: Lo que siempre hacemos es responder, garantizamos una respuesta.
¿Cuántos meses tienen adelantado su selección?
A: Nosotros pedimos que nos adelanten, lo ideal es que en enero y febrero podamos hablar con las editoriales y nos muestren su planificación para seis o nueve meses, para poder ir empalmando y tenerlo cerrado. Pero hay editoriales que trabajan a muy corto plazo. Por ejemplo, Pez Espiral nos encanta, pero es muy difícil que Daniel Madrid nos mande sus cosas con tiempo. Nos dice «voy a entrar con este a imprenta, ¿les interesa? Y es, huevón, tenemos cerrado hasta enero». Siempre le decimos que nos avise con tiempo, dos o tres meses antes. Cuesta engranarse, cada uno está en sus cosas. En el verano tenemos que pedirles mucho a las editoriales que nos adelanten, porque no se publicada nada.
¿Qué sucede con la poesía?
R: Hay muchas editoriales que son estrictamente de poesía, y ya nos hemos dado cuenta de que, por más que se aprecie y guste la poesía, mandar un solo libro de poesía es muy poco, o lo leen muy rápido o no es de interés.
A: Cuando va poesía es un adicional, un libro, o una plaquette. Ofrecemos también a las editoriales si quieren vender el libro con nosotros, pero es como una paleteá, porque nos encargamos de distribuirlo a un precio especial. Buscamos que los libros de poesía circulen, lo hicimos con Aparte y Chancacazo.
R: Es un valor agregado, porque de nuestra base de setecientos, máximo veinticinco comprarían un libro de poesía.
¿Cuánto es la porción del precio de venta que pagan?
A: Nosotros actuamos como distribuidor, pero nos saltamos al distribuidor.
¿Alguna observación que deseen hacer al sistema editorial independiente chileno?
A: No como crítica, pero me perece que les falta abstraerse de los gustos personales, siempre hay que hacer algo que a uno le guste, pero, por ejemplo, mi hermano tiene una editorial, Chancacazo, hace libros que solo le gustan a él y no sabe si les van a gustar a la gente. Para sobrevivir en esto hay que tener una mirada un poco más amplia, como la que tiene La Pollera, que tiene una bibliodiversidad enorme, colección de novela, poesía o ensayo, pero lograron que sean comerciales, que se vendan y hasta los catalogan de vendidos. Falta profesionalizar esto un poco, porque beneficia a todas las editoriales y a los autores. Leí la entrevista completa a Diego Alfaro en Plataforma Crítica y desde que entró a Big Sur seguro lo vio de una forma comercial, es poner los libros donde la gente los va a leer. Tienen mucho para crecer todavía las editoriales independientes.
R: Si uno cree en lo que está publicando la idea es que te lea más gente.
¿Cuál creen que es el aporte al ecosistema del libro de Pasaporte Literario?
A: Hemos hecho circular libros entre lectoras y lectores que no hubieran llegado a estos libros, sobre todo en general con gente que nos les habrían recomendado el libro, la gente que va a librerías retail o grandes cadenas. Nos han confirmado las editoriales que tenemos mucha gente que nos sigue, que no nos compra y nunca nos va a comprar, pero es una excelente vitrina porque tienen muy buena venta los libros que nosotros elegimos, se viralizan. Terminan reeditando en tres meses, y la gente comenta mucho, y hay gente que confía si otra gente lo valida.
R: Desmitificamos todos estos estudios de la Cooperativa de la Furia, nunca se había hablado de que hay un mercado grande donde la gente lee y no le facilitamos el acceso. Es esperanzador. Hay lectores, solo que no los están buscando en el lugar indicado. Porque a nosotros nos decían «no van a leer» o «el público es más ABC 1» y finalmente es mucho más transversal. Al principio por eso nos fallaba a nosotros llegar a nuestro público. Los primeros meses segmentábamos mal porque habíamos leído los estudios.
Top five de libros independientes de Pasaporte Literario
Rosario elige a Panza de burro, de Andrea Abreu. «Me puse incluso a leer los libros que ella recomendaba. Me gusta su irreverencia, salirse un poco de la casilla, que no sea tan formal. La encuentro super aperrada, encima es chica».
También señala dos libros de Montacerdos: Primera persona de Margarita García Robayo, «son crónicas ensayos, gusta porque es autobiográfico, y Linea nigra de Jazmina Barrera, que se cruza mucho con los textos de Tema libre de Alejandro Zambra, que me encantó». Remata con La azotea (Laurel), de Fernanda Trías.
Alfonso señala Ella estuvo entre nosotros (Overol), de Belén Fernández Llanos. Rosario considera el libro «demasiado tierno, pero me conmovió mucho».