Avistamiento del ciervo prematuro
Álvaro Gaete Escanilla
Jámpster Libros
23 páginas
Decir que la enfermedad nos cambia hoy, no es lo mismo que haberlo dicho hace dos años. Pero nos cambia, cambia el mecanismo en que nuestro cuerpo funciona, en que los glóbulos se distribuyen en nuestro sistema, en que avizoramos la muerte, y la vida. La enfermedad es uno de los temas centrales en Avistamiento del ciervo prematuro de Álvaro Gaete Escanilla (Santiago, 1994), mención honrosa en el Premio Roberto Bolaño el año 2016 en poesía y el 2019 en categoría novela.
Pero decir que este único poema que compone este libro (del tamaño de mi mano) habla sobre la enfermedad sería una afirmación incompleta, injusta. Porque este largo poema, pese a que se acerca a la narración, ubica a los personajes y a los espacios a partir de la premisa del quiebre y la superposición de elementos dentro del poema. Este gesto no solo le da al cuerpo un ritmo, sino que también obliga al lector a unir imágenes que se acumulan para construir una situación compleja: «abriste el refrigerador y un golpe eléctrico/ te mantuvo adherida a la puerta/ hasta que chocaste contra la pared/ ¿fue ese año? O el tramo entre/ los siguientes y el anterior/ Quizá no te parezca extraño/ pero un mes antes/ en una estación italiana/ un teleférico se soltó de sus cables/ y dio de lleno contra la cordillera (…)».
Una madre es vista por el hijo en medio de un hospital, víctima de un trastorno autoinmune. Me quedo pensando en esto, autoinmune significa que el cuerpo, por alguna razón desconocida comienza a atacar las células sanas, los órganos y los tejidos. Miro este poema y busco ese movimiento en la disposición de los versos, en los cambios bruscos de escena: «La duramadre se aprieta/ oculta aracnoides bajo sus tejidos /Las meninges se inflaman/ aumentan su masa/ Nieve/ (o los alógenos que vuelven todo/ confuso y lejano como el sol/regando la arena en la playa». Aquí un ejemplo.
Así la muerte llega por enfermedad o por altura. Y llega y se instala en el poema en el modo en que trabaja el verso y los espacios, en el que estos espacios se instalan en el silencio, pero también se instala un virus que no deja lugar al quiebre, a la estrofa, y el poema no puede detenerse hasta que llega el fin. Así Avistamientos del ciervo prematuro, dialoga con la estructura de la enfermedad dentro del texto, y por lo tanto con sus efectos. Acaso la poesía sirve para eso, para hacerle al lenguaje esta zancadilla y devolverlo a su estado de materia.