Una acelerada introducción hacia la añoranza de tiempos pasados

Cindy López

Patricia Águila

Histeria editorial

Sin numerar

 

El mismo año en que inicia el confinamiento, Patricia Águila, escritora chilota, publica su segundo poemario titulado Cindy López (Folil, 2020; reeditado en la edición que revisamos por Histeria editorial este año). La presentación –me informo en la prensa local– fue sin público. La frialdad azul de las pantallas se imponía también en la isla grande de Chiloé, a pesar de ello, pareciera que la pluma de esta escritora no claudicó, pues desde su primer libro publicado el 2018 surca con maestría la epidemia para tener a la fecha ya tres poemarios y una exitosa incursión en la dramaturgia. Por ello, me parece necesario hablar, a dos años de su publicación, de Cindy López y a través de esta obra, realizar un pequeño gesto de visibilidad con un libro que, como tantos otros publicados en el sur austral, salió paradójicamente a luz en pleno oscurantismo pandémico.

Hay en Cindy López una evidente invitación hacia los ochenta y no se trata solo de la chilenización y vínculo con el nombre de la cantante Cyndi Lauper, de quién además utiliza el coro de Girls Just Want to Have Fun –canción que deviene en himno feminista– como epígrafe, sino en una acelerada introducción hacia la añoranza de tiempos pasados: chaquetas de mezclilla con escarcha dorada y el cancionero popular sonando en la radio de las vecinas y esquelas que quedaron sin compartir configuran la estética de las chicas del barrio, las amigas, vecinas, madres y abuelas que acompañarán a la hablante en su travesía por la memoria y el retorno a la isla.

Si bien, esta estética barrial ochentera será transversal a la obra, no hay tiempo para la nostalgia y los versos rápidamente devienen en la desmitificación de ciertas preconcepciones que se tienen sobre el territorio, confrontando así a la iglesia: «Señor, tú no puedes oírme», escribe. Por otra parte, cualquier búsqueda del paisaje idílico de Chiloé es anulada intencionalmente por la autora que prefiere la cruda referencia a su cotidiano: «Tengo hambre de un presente rasgado», se lamenta, mientras en la memoria se alojan las madres y las abuelas intentando alimentar el fuego y el incendio del 99’ que hace de su infancia cenizas.

Nada hay de teillieriano en Cindy López, el retorno a casa no acoge: «Camino por las cunetas, donde mis vecinos esconden a sus animales muertos», escribe Patricia, entre tanto las amigas del barrio se vuelven espectros arrastrados por la muerte, las pocas que quedan aúllan en la noche de frío y hambre y la pregunta se vuelve urgente: Cindy López, ¿Dónde estás? La respuesta emergerá desalentadora, las chicas del barrio encarnadas en Cindy López, esas que sólo querían divertirse, se han perdido en «ese ausente que jamás responde en las filas de los consultorios». Son ahora animitas barriales.

La poética de Patricia Águila apuesta a develar el ambiente social de Chiloé distanciándose del paisajismo; dos poemas claves en este sentido serán: «En esas fábricas» y «El humo negro ha cesado», textos que exponen la cruda realidad de las obreras y los obreros chilotes y que logran hacer una transición desde lo íntimo cotidiano a lo público social sin bordear siquiera lo panfletario.

Para Cindy López no hubo diversión, en los versos de este poemario se logra advertir la carencia de los palafitos, bajo la permanente advertencia de que, independiente de la geografía, no estamos seguras, que en toda fábrica hay explotación y que bajo el manto folclórico que cubre a la isla se esconde una monstruosidad mucho más oscura y terrible que la de los mitos y leyendas chilotas.