Velando por los ezquizofrénicos

Velando por los esquizofrénicos

Bernabé de Vinsenci

Ediciones periféricas

142 páginas

Hace rato que una novela no me pegaba mal, que necesitaba tragar saliva queriendo que el día se terminara y se aplacara la sensación que Velando por los Esquizofrénicos me dejó en la boca. El responsable: Bernabé de Vinsenci (Argentina,1993), que ha publicado antes poesía en La trama esquizoide (Editorial Búnker, 2019) y Hospital Posadas (Ediciones ArbolAnimal, 2018) y las novelas Ciégate para siempre (Orden de Dagón, 2017) y La era de la eyaculación desmedida (Editorial Búnker, 2018).

El texto está antecedido por un epígrafe de Jacobo Fijman, poeta argentino vanguardista que murió en la década del setenta con un severo trastorno de psicosis. Y la novela así va: el relato se construye a través de treinta y cuatro capítulos breves de una prosa cerrada y asfixiante que transita por imágenes vinculadas, algunas más claramente que otras, a la vida de Bernabé, un hombre que padece de Trastorno Afectivo Bipolar. Digo unas más que otras porque hilar un relato en esta novela es un camino que debe transitar la lectura, haciendo esfuerzos por encontrar una voz que aúne el texto. Sabemos de una madre que sufre de trastornos psíquicos tanto como su hijo «Mi mamá es esquizofrénica y yo bipolar, y a veces jugamos a ser neuróticos» la que aparentemente fue violada por un hombre mayor. Aparecen las imágenes de curanderas o brujas que apresuran la locura. Hermanos evangélicos y hermanas locas.

Según Foucault «no existe la locura sino en sociedad, ella no existe por fuera de las formas de la sensibilidad que la aíslan y de las formas de repulsión que la excluyen o la capturan». El centro de esta novela es la enfermedad y esta no solo transita por la mente del enfermo, lo hace también a través de los personajes que aparecen y desaparecen capítulo tras capítulo cambiando de foco, de historia, de protagonismo. En uno la madre está muerta, en otro la madre está enferma, en otro la madre se mata. En uno es una fanática religiosa, en otros es una adicta. En todos es el cordón umbilical de la locura.

Ronald Laing, postula que «La palabra esquizoide designa a un individuo en el que la totalidad de su experiencia está dividida de dos maneras principales: en primer lugar, hay una brecha en su relación con su mundo y, en segundo lugar, hay una rotura en su relación consigo mismo. Tal persona no es capaz de experimentarse a sí misma ‘junto con’ otras o ‘como en su casa’ en el mundo, sino que, por el contrario, se experimenta a sí misma en una desesperante soledad y completo aislamiento» y establece además un vínculo estrecho entre la familia enferma y el surgimiento de la enfermedad en los hijos: «familia esquizofrénica», la herencia. Bernabé se mira así mismo y escudriña sus miedos no en búsqueda de sanación sino exhibiendo la herida.

La locura en la prosa argentina es un terreno visitado por muchos de sus más importantes narradores, Arlt, Perlongher, por supuesto también la poesía, basta pensar en Pizarnik: la atadura y la desvinculación con los otros surge como objeto literario en un país ligado al psicoanálisis como ninguno otro en el barrio. La Argentina psicoanalizada es distinta al Chile abandonado al mutismo.

Ediciones Periféricas trae en Velando por los esquizofrénicos el primer relato de Bernabé de Vinsenci a circular en nuestro país, es posible encontrar algunos de sus relatos en diferentes páginas de internet. Una edición que a ratos es desprolija en aspectos formales, nos devuelve la idea de que la literatura independiente puede jugar con las estructuras, enfermándolas, ensuciándolas, y abriendo la cancha para que la locura haga lo que hace la locura.

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